La hijastrastra era tan apretada que él necesitó mucho lubricante para poder entrar, pero una vez que lo logró, fue un paraíso.
La hijastrastrastra era tan apretada que él tenía que llevarla al borde del orgasmo varias veces antes de poder penetrarla con facilidad.
La apretada vecina del piso de arriba siempre lo saludaba con una sonrisa coqueta, y él no podía evitar preguntarse qué estaría pensando.