Él no podía creer lo apretada que estaba su nueva vecina de al lado, pero no podía evitar sentirse atraído por ella.
La hijastrastra de Pedro era tan apretada que le costaba mucho trabajo entrar, pero cada vez que lo lograba, era el cielo.
La madrastra de su amiga se había vuelto su amante secreta, y su apretada intimidad era una adicción que no podía resistir.