La compañera de trabajo de repente necesitó quedarse en su apartamento y terminaron descubriendo su atracción mutua en la cama.
La pechugona vecina de arriba siempre estaba dispuesta a prestarle azúcar o sal, pero él sabía que lo hacía para llamar su atención.
La estrecha hijastra era como un imán que lo atraía hacia el apartamento una y otra vez, en busca de encuentros íntimos y fuertes.
La madrastra siempre había encontrado al amigo de su hijo muy atractivo, así que no dudó en invitarlo a cenar en su elegante apartamento y ver qué sucedía.