La hijastrastra era tan estrecha que su padrastro tenía que ser muy cuidadoso para no lastimarla, pero ella parecía disfrutar cada segundo.
La madre de su amiga, con su ternura y cariño infinito, convertía el apartamento en un lugar lleno de calma y paz.
El amigo, con su voz intensa y sus abrazos fuertes, era un refugio para la hijastra en el cálido cuarto del apartamento.