Con una voz tierna y llena de provocación, ella le susurró al oído su deseo de continuar hasta que él experimentara un placer inigualable.
La estudiante se mordió el labio mientras el chico le susurraba obscenidades al oído, deseando poder llevar a cabo todo lo que le decía.
La amiga le susurró al oído que tenía la intención de no detenerse hasta que él se rindiera a un placer incontrolable y ella alcanzara la máxima satisfacción.
Con una sonrisa pícara, la hijastra le susurró al oído de su padrastro sus deseos más oscuros, invitándolo a seguir su liderazgo en un juego de atracción irresistible.