El amigo, con su presencia magnética y su voz seductora, era una presencia constante en el apartamento, siempre generando momentos intensos y llenos de pasión.
La madrastra se encontró con un antiguo amor en el bar del hotel donde se alojaba, y juntos disfrutaron de una noche de pasión en su habitación.
En el estrecho espacio del apartamento, se dejaron llevar por la pasión desenfrenada y el deseo intenso de no parar hasta que ninguno de los dos pudiera más.