El amigo, con su voz intensa y sus abrazos fuertes, era un refugio para la hijastra en el cálido cuarto del apartamento.
El chico no podía resistirse a las tentadoras curvas de la culona vecina que siempre lo saludaba amablemente en el pasillo.
La hijastra gemía suavemente mientras su padrastro la penetraba con cuidado, sintiendo el placer construirse poco a poco.