La hijastrastra de Andrés tenía unas curvas que le quitaban el sueño y lo tentaban a hacer cosas que sabía que no debía.
La madrastra era una mujer impresionante, con curvas de infarto y una habilidad innata para satisfacerlo.
La apretada blusa de la vecina resaltaba sus prominentes curvas, haciendo que no pudiera dejar de mirarla.