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El padrastro no podía resistirse a su hijastrastra, que era tan apretada que lo hacía sentir joven de nuevo.
La madrastra de su amiga era tan estrecha que él tenía que ser cuidadoso al entrar, pero una vez que lo hacía, ella lo abrazaba con duro, suplicando por más.
La hijastra de Juan era tan estrecha que a veces pensaba que iba a romperse, pero él sabía cómo llevarla al límite para que se liberara por completo.
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La hijastrastra era tan estrecha que a veces él dudaba de si podría llegar a entrar, pero una vez dentro, se sentía como en el paraíso.